lunes, 29 de octubre de 2007

Primeros pasos


Me declaro musicante ante todo. Las circunstancias de la vida han hecho que me gane la vida con uno de mis hobbies de preadolescente, la computación, pero la veta artística viene desde mucho antes; tal vez desde la gestación misma cuando mi mamá participaba como soprano en la preparación de la Novena Sinfonía de Beethoven a fines del año 70, obra que llegaría a convertirse en una de mis favoritas.

Mi primera infancia me trae recuerdos de mi mamá cantandome en cada mañana los primeros versos de la "Plegaria a un Labrador" de Víctor Jara, tan sólo unos meses después del Golpe Militar. O a mi abuela tarareando el "Chiu Chiu" de Nicanor Molinare o la cueca argentina "Corazones Partidos" del uruguayo José Razzano. Recuerdo también como muy niño cantaba a voz en cuello en la mitad del patio de la casa donde vivía en el tranquilo Puente Alto la canción "Ave María" de Raphael o el inocente "En alta mar", popular infantil.

La guitarra llegó a mis manos casi por un azar del destino cuando mi mamá decidió comprar un instrumento para aprender en unos talleres que había en su trabajo. A la fecha yo contaba con 8 años y aquel nuevo juguete que permanecía en la casa fue todo un descubrimiento. Mi abuelo visitaba nuestra casa 2 veces al año y me entregaba sus conocimientos no sólo de acordes y técnica en sí, sino que además de teoría de la música, lo que me sería de gran utilidad a futuro. Al cabo de 3 años, ya interpretaba un repertorio de canciones tradicionales, pero sin dedicarme por completo. Aún eran años de juegos. El cambio vendría luego...

Under pressure

El universo es demasiado pequeño para contener nuestros mundos internos, nuestros laberintos. Abro una vez más esta ventana para dosificar la descompresión, para verter la sustancia kármica que alimenta la existencia y que a menudo me desborda.